- Mamá, mamá, le sale sangre a la pared
– Si, hijo, es normal, no ves que hoy la estuvieron rasqueteando los pintores. Es normal que le salga un poquito de sangre.– No, mamá, pero es mucha, la pared se va a morir, se va a caer y nos vamos a quedar sin casa.– Hijo, no seas fatalista, es solo un poquito de sangre, a todos nos sale a veces un poquito de sangre, – dijo mientras tomaba una lija al agua doble y comenzaba limar la piel de su muñeca izquierda. – Mirá hijo, lo mismo que a la pared, ahora me sale sangre, es normal.– No mamá, eso es un poquito, apenas unas manchitas que salen, unos raspones, la sangre de la pared brota a borbotones, como si la hubieran degollado, alguien que la odia.– ¿Pero quién puede odiar a la pared?– El reloj la odia, estába colgado de esa pared, sufría mucho, la pared cada tanto apretaba su cuello para no dejarlo respirar y cuando el reloj empezaba a morirse aflojaba apenas un poco, para que pudiera ventilarse.
La madre miró la pared y contempló la mancha de sangre. – Tonterías hijo- , le dijo, negándose a ver un evidente orificio del cual surgía la sangre. – Fueron solamente los pintores -. No terminó de darse vuelta cuando una aguja de secundero atravesó su glotis.
– Si, hijo, es normal, no ves que hoy la estuvieron rasqueteando los pintores. Es normal que le salga un poquito de sangre.– No, mamá, pero es mucha, la pared se va a morir, se va a caer y nos vamos a quedar sin casa.– Hijo, no seas fatalista, es solo un poquito de sangre, a todos nos sale a veces un poquito de sangre, – dijo mientras tomaba una lija al agua doble y comenzaba limar la piel de su muñeca izquierda. – Mirá hijo, lo mismo que a la pared, ahora me sale sangre, es normal.– No mamá, eso es un poquito, apenas unas manchitas que salen, unos raspones, la sangre de la pared brota a borbotones, como si la hubieran degollado, alguien que la odia.– ¿Pero quién puede odiar a la pared?– El reloj la odia, estába colgado de esa pared, sufría mucho, la pared cada tanto apretaba su cuello para no dejarlo respirar y cuando el reloj empezaba a morirse aflojaba apenas un poco, para que pudiera ventilarse.
La madre miró la pared y contempló la mancha de sangre. – Tonterías hijo- , le dijo, negándose a ver un evidente orificio del cual surgía la sangre. – Fueron solamente los pintores -. No terminó de darse vuelta cuando una aguja de secundero atravesó su glotis.
(este también lo mandé al concurso de Alberto Chimal. Lo firme como Nita)